mas bien se sentó en un cucurucho de esos que parece que nada puede hacer peligrar su estructura. firme. ni cremas extranjeras ni ese copo de hielo celeste que para mi gusto dieron en llamar crema del cielo y que amé toda mi vida.
pues bien, como decía esta vez anubeca había elegido no volar.
será porque se dió cuenta que esas telas sobrias le picaban o porque recordó que se había olvidado sus historias un poco más acá de la cuarta nube esa que se ve desde el banco verde con forma de nada.
Porque mi papá dice que comprarles un buen vino es como darle margaritas a los chanchos. Lo meten al freezer y después compran uno de dosconcuarentaicinco y dicen que es Patero y no se lavan los pies en las uvas, ni en bidet ni en fuente de mayo. Echan hedor la mayoría del tiempo y cuando no, compran margaritas para masticar a ver si les quitan el mal aliento y los pétalos se les quedan encastrados en las muelas, ma qué torno ni qué torno m’hijo, dame un cacho de pan que muerdo, o una manzana, que a mi primo el menor le bajamos todos los dientes con eso. Comé, comé, comé. Hincale el diente Juancito, dale nomás que no tiene gusanos, porque son de las buenas, de Río Negro, como el buen vino.
Porque la vieja de la vieja fue bibliotecaria: deidad protectora de la ciencia y de las artes. No toques nena ¡no toqués! andá a dormir, que eso te toca, como a los chanchos en primavera, si las estrellas no saben ni pueden mirar.
(Hoy la foto de ella encima del aparador, su esfumado celestial, el cachete rosado por la acuarela, una poesía en el iris: chiquitito se lee que se casó con un chancho)
Del barro venimos y al barro volvemos.
Porque del otro lado de la sangre vienen todos del campo. Los malvones les llegan a la cintura. De chica yo los creía tréboles. Cuando encontraba un cuatro-hojas esperaba paciente al duende irlandés y pelirrojo (irlandesa yo?) pa' que me traiga suerte. Hasta que los malvones dejaron de crecer cerca del molino: ni lluvia, nada.
La abuela decía ya va a crecer y acomodaba la bosta con sus manos. No sabés con caca qué bien crecen las plantas. Las margaritas a la caca la mastican bien, se ve.
Porque la chancha del vecino saltaba el alambrado y se metía en la finca. La chancha y once chanchitos. Ancha de caderas y de corazón les daba teta dale que dale y los gordos pasaban al patio, se comían los tréboles, y los duendes pelirrojos e irlandeses y, a veces, también, una foto en blanco y negro.
Porque las musas son nueve como el día del año en que nací y nunca me inspiraron. Por eso.
3 comentarios:
Anubeca,
hoy no se colgó de ningún sombrero
mas bien se sentó en un cucurucho
de esos que parece que nada puede hacer peligrar su estructura. firme. ni cremas extranjeras ni ese copo de hielo celeste que para mi gusto dieron en llamar crema del cielo y que amé toda mi vida.
pues bien, como decía
esta vez
anubeca había elegido
no volar.
será porque se dió cuenta
que esas telas sobrias le picaban
o porque recordó
que se había olvidado sus historias
un poco más acá de la cuarta nube
esa que se ve desde el banco verde
con forma de
nada.
¡A la miércoles! ¡No sólo un muy buen dibujo, sino también un muy buen texto el comentario que lo acompaña!
Hola Hola!
soy /rosachina en el fotolog,
llegué y estaba lleno para firmar,
pero por suerte llegué hasta acá...
y me encontré con todos tus dibujos!!!
besos de domingo!!!!
(te agregé a f/f, :) )
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